por Diego Mañas – Bichos de Campo
A pocos kilómetros del casco urbano de Pergamino, en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, existe un laboratorio destinado a la investigación para el desarrollo de semillas para diversos cultivos. Se trata de un centro científico de avanzada, equipado con tecnología de punta, que por estos días está paladeando el grato sabor de poder lanzar algo muy novedoso en la Argentina.
Sucede que ACA, la Asociación de Cooperativas Argentinas, la dueña de ese laboratorio, está presentando oficialmente una familia de nuevas semillas de trigo obtenidas con la “tecnología doble haploide”, un conocimiento que reduce a la mitad el tiempo de producción de las mismas.
El laboratorio había comenzado en 2013 a usar esta técnica y hoy ya tiene cultivos comerciales obtenidos de esa forma.
La tecnología doble haploide consiste en retirar con pinzas las tres anteras de cada flor en la máxima cantidad de espigas posibles. Luego se deben polinizar las espigas de trigo con polen de maíz para desencadenar la formación de un embrión haploide, que contiene la mitad de los cromosomas.
Luego de unos días de polinizadas, se rescata a los embriones para que se desarrollen en medio de cultivo dentro de cámaras de crecimiento. Una vez que los embriones desarrollan una planta de seis o siete centímetros, se realiza la duplicación cromosómica con colchicina, lo que permite obtener nuevas variedades completamente estabilizadas en un tiempo considerablemente menor frente al proceso de mejora tradicional.
En resumen, para obtener un cultivo listo para comercializar, con el mejoramiento tradicional a campo la tarea lleva de 12 a 15 años. Con la técnica de los haploides duplicados, se puede llegar al mercado en 8 o 9 años.
Además de ganar tiempo, la tecnología de doble haploides (DH) para obtener líneas genéticas puras permite incorporar mayor resistencia a enfermedades, mejor calidad e, incluso, atributos novedosos que no existen en un cultivo convencional.
Para quien guste del detalle técnico, un DH es un genotipo que se forma cuando las células haploides –son las que contienen un solo juego de cromosomas n=10, en el caso del maíz– experimentan un proceso, espontáneo o inducido artificialmente, de duplicación cromosómica 2n=20, es decir que se recupera la cantidad de cromosomas normal de las células.
A partir de una necesidad concreta, los investigadores a cargo del laboratorio de ACA en Pergamino, comenzaron a desarrollar una variedad de trigo bajo esta metodología, que atravesará en 2024 la segunda campaña en la que está disponible para los productores. Se trata del 605, su nombre comercial, y se pensó como respuesta a desafíos como la roya amarilla y la roya de la hoja.
Leandro Ortis es el director del criadero de cereales de ACA, y también responsable del programa de mejoramiento genético de trigo. Abrió las puertas del laboratorio a Bichos de Campo y nos explicó esto de los doble haploides.
“Estamos hablando fundamentalmente de una tecnología que se utiliza en el cultivo de trigo. Es una tecnología que permite fundamentalmente acortar todo el proceso de mejoramiento genético que desarrollamos en los programas de mejoramiento genético para llegar a obtener una variedad comercial. Esta tecnología permite acortar los tiempos en la obtención de esa variedad”, explica orgullosamente Ortis.
A su vez, el especialista detalla las diferencias que hay entre estas variedades y la tradicional: “Si aplicamos un método de mejoramiento genético tradicional a campo, respetando las estaciones de cultivo, desde que hacemos el cruzamiento entre un padre A por una madre B, hasta tener las 2.000 primeras bolsas comerciales, estamos tardando entre 14 y 15 años. En cambio utilizando esta metodología que estamos aplicando acá en el laboratorio desde el año 2014 a la fecha, podemos acortar ese tiempo y lo podemos llevar a la mitad”.
Mirá la entrevista completa con Leandro Ortis:
Sin embargo, resta conocer las ventajas que esta tecnología aporta más allá de la reducción de los tiempos. El especialista lo describe así: “La ventaja que tiene la tecnología es que a nosotros nos da la posibilidad de estar viendo mientras se desarrolla la campaña de trigo, un problema con alguna enfermedad. Vemos que las variedades que están en el mercado están quebrando su resistencia a una enfermedad, por ejemplo Roya de la hoja, Roya amarilla o Fusariosis de la espiga, y nosotros en esa misma estación de cultivo simultáneamente hacemos los cruzamientos entre los parentales, o los padres, o los progenitores que tienen resistencia a esas enfermedades”.
Como segunda medida, Ortis agrega: “En el mes de febrero estamos sembrando, aquí en el laboratorio biotecnológico, la primer descendencia de ese cruzamiento de padres resistente a esas enfermedades o que portan también un carácter interesante del punto de vista de la calidad o de la adaptación a una nueva situación que se haya dado en la campaña de cultivo”.
En ese camino, “se hacen los haploides en el mes de abril, se multiplican y ya en el mes de julio, vuelven a estar sembradas esas líneas completamente estabilizadas portando esos genes de interés y que confieren la resistencia o alguna mejora que hayamos podido innovar o incorporar en la estación de cultivo anterior, donde registramos todo ese problema. Ya le estamos dando inmediatamente una respuesta rápida al mercado en cuanto a esa situación”.
A modo de ejemplo, el director del programa de mejoramiento genético, explica el surgimiento de esta variedad que ya está en el mercado y fue obtenida con la técnica de los doble haploides: “Pudimos identificar cruzamientos en un momento donde en Argentina en 2014 y 2015 hubo un ataque muy grande de Roya del Tallo que produjo la pérdida de varias cosechas y una disminución notable en el rendimiento por una disminución en la calidad del grano y en la potencialidad de resistencia a Roya del tallo, y justamente ACA 605 reúne un muy buen comportamiento frente a Roya del tallo, Roya amarilla y tiene un muy buen potencial de rendimiento”.
El programa de mejoramiento genético de ACA comienza su actividad en el año 1976 en la localidad de Cabildo, a unos pocos kilómetros de la localidad de Bahía Blanca, en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, en plena zona triguera.
Ortis lo resume así: “El criadero surge a raíz de una necesidad que tenían los productores de la zona, que necesitaban variedades con una cierta adaptación a un clima semiárido. Es así que a través de distintas gestiones, la Asociación de Cooperativas Argentinas hace un convenio con un mejorador de Europa y empieza a trabajar en el mejoramiento genético de trigo. Se fue perfeccionando todo lo que fue la instalación del criadero en la zona de Cabildo. Ya son más de 48 años de labor ininterrumpida en el mejoramiento genético de trigo.
De acuerdo a lo que explica el especialista, en estos años se fueron liberando más de 60 cultivares de trigo pan, trigo candeal y de triticale. “También tenemos digamos una línea de investigación que va por el desarrollo de cultivares de cebada” agrega.
Pero en la historia hubo un cambio rotundo, y es que en el año 2010 la sede del programa de trigo decide establecerse en Pergamino.
“Decidimos continuar la actividad de mejoramiento también acá en la zona norte de la provincia de Buenos Aires, porque justamente aquí en el norte de Buenos Aires específicamente en Pergamino está ubicado el criadero de semillas híbridas de ACA, donde se hace mejoramiento de soja, sorgo y girasol, también justamente porque nos daba la posibilidad de agregar otro ambiente de selección completamente distinto a donde había comenzado la selección de las variedades de trigo en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires”.
Orgulloso, Ortis explica que las variedades no solamente se comercializan en Argentina, sino que también que se están comercializando en Uruguay y muchas de ellas también en Italia, Francia y España: “Es un orgullo muy grande que nuestra genética haya trascendido el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, y hoy en día puedas encontrar variedades de ACA en todo el país, en países limítrofes y en Europa”.
En 2012 la Asociación de Cooperativas Argentinas decide encarar un proyecto de inversión y desarrolla el laboratorio propio con tecnología de avanzada que mostraron a Bichos de Campo. “Fue para que pueda asistir justamente en todo el tema de selección asistida por marcadores moleculares, no sólo al programa de mejoramiento de trigo, sino también a los programas de mejoramiento de semillas híbridas, y de soja”.